Como una cinta mecánica la tecnología iba acelerando nuestras vidas. Nos acercaba más velozmente a nuestro destino. Éramos cada vez más eficaces, nuestras cintas más veloces. Pero para cuando la capacidad máxima fue alcanzada nuestras cintas eran tan extremadamente rápidas que el final y el principio acabaron siendo correlativos. Existir se había convertido en dar un único paso. Entonces ¿para qué vivir?
Corto pero conciso Victor. Es realmente complicado responder a la pregunta con la cual concluyes si se dan las circunstancias que has citado anteriormente. Supongo que no podemos formular una respuesta racional a un problema que se escapa de nuestra lógica como pueda ser la inteligencia artificial, todo será cuestión de evolucionar y de adaptarse. Un saludo
ResponderEliminarCreo que la tecnología es sólo un pequeño paso que nos hace ser más vulnerables y fuertes a la vez, pero nunca llegaremos a ser inicio y final porque la realidad del ser humano es inalcanzable.
ResponderEliminarEso es lo que pasa cuando esta función tiende a infinito. Esperemos que la función cambie.
Eliminar¿Para qué vivir? Esta si que es una función de respuesta infinita. No olvidemos lo más básico: LA TECNOLOGÍA no es un ente libre, es un producto humano.
ResponderEliminarCierto, no se que es más peligroso.
EliminarUna relfexión muy filosófica Víctor a la vez que real. No sabemos a dónde nos llevarán las nuevas tecnologías porque además, hay veces que las utilizamos inconscientemente y esto provoca una dependencia cada vez mayor.¿El principio y el final serán lo mismo? Pues sinceramente no lo sé, lo único que sé es que el destino está escrito.
ResponderEliminarBreve a la par que profundo. Muy buena reflexión.
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